Prepare sus materiales,
necesita un corazón
que esté dispuesto a morir
por un poco de amor.
Encienda la cocina,
la va a necesitar,
tenga listos los condimentos
que esto ya va a empezar.
Prepare el corazón,
engáñelo con caricias,
hablele despacito
y verá como resucita.
Cuéntele mentiras,
verá como tirita.
Enamórelo de a poco,
para luego hacerlo trizas.
Teniendo el corazón enamorado, pártalo en dos.
No se demore tanto
que así es más grande el dolor.
Con el corazón partido,
busque una gran olla.
Métalo ahí y deje que se funda
y verá que suelta el sabor.
Cuando ya esté destruido,
condimentelo con lágrimas,
échele un poco de soledad
y verá que así sufre más.
Para servir,
solo busque a un idiota,
un idiota muy especial.
Ese que a pesar de cocinar muy bien,
lo amo cada vez más.
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Recuerdo que visita mi mente, pero ya no me destruye el alma...
martes, febrero 21, 2006
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