Suele prometerse el mantener intacto aquello que se guarda en la memoria, funcionando ésta con un perfecto hermetismo que nos deja abrir y cerrar sus puertas sin que el contenido se vea afectado. Se suele prometer también que no sólo el contenido se matendrá sin alteración, sino que también el valor de éste. ¿Cuán cierta es esta promesa? Es evidente que con el pasar del tiempo, las prioridades cambian y el valor de las cosas puede llegar hasta a invertirse. ¿Afecta esto también a aquellos recuerdos tan herméticamente guardados? Pude pensar que no, pude confiar en aquel cierre de puertas de la memoria y pude confiar en mantener intacto todo aquello que deseaba (y que no deseaba) guardar. Pero, siempre después de la lluvia podemos ver más claro y nos damos cuenta que, si bien nuestras intenciones pueden ser las de mantener aquellos recuerdos inmaculados, no siempre los dos lados pretenden lo mismo. A veces nos encontramos con que los mismos recuerdos que atesoramos, han sido devaluados y hasta desechados en otro lugar del planeta.
Es injusto, muy injusto, pero ¿qué le vamos a hacer?.
Tal vez sólo abrir mi tan hermética memoria y dejar volar a aquellos recuerdos que yacen desechados en un basurero, allá, al otro lado de la Cordillera.
domingo, julio 15, 2007
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