Cayó, y nunca supo el por qué.
Trajo consigo gigantes lágrimas que congelaban su rostro.
¿Cuánto puede llegar a sufrir un hombre?
Tal vez los motivos los desconocía, pero de que existían, existían.
Le habían dicho que si lloraba, era por que se hacía más hombre, pero tendido en el frío suelo no se sentía ni más ni menos hombre.
...Las lágrimas no paraban de bajar por sus mejillas, inundando su alma, la que trataba de salir de esta maldita tierra envenenada.
Le habían ofrecido una tarea que sería muy bien remunerada, una tarea que cambiaría el curso de la historia, el destino de la humanidad. Una tarea que revolucionaría a aquellos que llevaban años sometidos...
...No funcionó, no fue escuchado...
En todo caso, la naturaleza del hombre es así. ¿Era acaso un engaño todo esto?...
En realidad, no importaba, porque todos olvidarían sus palabras y lo recordarían sólo como un ente que nació, vivió y murió en la cruz que el mismo se construyó.
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